Sentimientos

domingo, 21 de noviembre de 2010

Memorandum


Me encontraba frente al mar observando el vaivén acompasado de las olas en un pequeño peñasco, uno de los pocos lugares donde podía dar rienda suelta a mi desesperación y serenar un poco mi espíritu sin ser observada, dada la época del año no era muy frecuentado.
Mi madre se moría… tan solo era cuestión de semanas, quizás días y necesitaba sosegarme para enfrentar la situación sin demostrar el terror que me invadía.
Al entrar en la habitación del hospital como cada día solía decirle, guapa ya estoy aquí y ella me regalaba una amplia sonrisa. Nunca demostró temor a lo que el futuro le deparara tan sólo se apreciaba en sus ojos una inquietud por  su pequeño, el qué  durante años había sido su mayor preocupación por padecer una deficiencia.
Él era la causa de su  abatimiento y repetía con frecuencia que  suplicaba a Dios que marchase cinco minutos antes que ella, más tarde se arrepentía manifestando el dolor que le causaría perderlo a él primero.
En los últimos días parecía despedirse a cada momento solía decirnos, de viejo no hay quien pase, es ley de vida y la mama tarde o temprano…
Como asumir que se moría, que nada se podía hacer, sólo darle todos los mimos y todo el cariño posible intentando ignorar sus palabras gastándole bromas aunque el dolor nos desgarrase el alma.
 Los últimos meses los ingresos en el hospital se hacían cada vez más frecuentes, la tensión arterial por las nubes, la urea y el potasio eran causantes de la hinchazón de las piernas. Con un solo riñón no se le podía administrar todo el medicamento que precisaba ya que lo que era bueno para una cosa empeoraba las otras y así sucedió, todo lo que en una persona joven eran cositas con posible solución en ella, con un riñón enfermo, funcionando al treinta por ciento de su capacidad fue determinante, derivo en la diálisis la cual dado su debilidad no pudo superar.
Esa noche en particular parecía más tranquila que de costumbre, los últimos cinco días no había dormido nada se encontraba muy desasosegada  y nos pasábamos cada cinco minutos cambiándola de la cama al sillón y de este a la cama nuevamente sin  esperar siquiera a los celadores ya que se impacientaba si no le hacíamos caso. Quizás fue el calmante que le administraron “eso no lo sabremos nunca”  lo que la sumió en un sueño relajado tan relajado que ya no despertó.
Pasamos toda la noche con sus manos entre las nuestras acariciándolas, las mantenía tibias cosa poco frecuente en ella y un motivo más de extrañeza para nosotras. La noche transcurrió placida y al llegar la madrugada he intentar despertarla para darle los medicamentos no reacciono, se la llevaron a diálisis y los médicos nos comunicaron que estaba en coma.
Acudimos todos al hospital y cuando estuvimos alrededor suyo dio un último suspiro, parecía que hubiera estado esperando para despedirse.
falleció el 6 de junio del 2006 a las dos del mediodía, una fecha en la que se especulaba sería el fin del mundo y no se cuantas cosas más, para nosotros si fue el fin de nuestro mundo.
He  querido escribir este relato y dedicárselo a mi madre con todo mi amor ya que mañana día 15 de febrero hubiera sido su 80 cumpleaños.

PD.
Vivió una posguerra con solo nueve años, con la madre enferma crónica tuvo  que hacerse cargo de su hermana y de  su padre cargando con todo el peso de la casa ella sola.
Madre de cinco hijos, cuatro hembras y un varón, este último con el síndrome de DOWN. Incansable siempre en sus quehaceres, con amoroso deleite, consiguió reunir una familia numerosa llena de nietos y biznietos.

  



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