Sentimientos

RELATOS

                                       Un tango


                                  
Habían transcurrido seis meses desde el día en que decidimos de común acuerdo separarnos. Era la primera vez desde ese día, que pisaba una sala de baile y lo hacia con motivo de celebrar la boda de unos amigos.

 Quizás, el destino juguetón pretendía gastarme una broma pesada.
Al entrar en la sala recorrí con la mirada las mesas, en concreto aquella en la que solíamos sentarnos. Un escalofrío me recorrió por entero, él estaba allí… sentado con otra mujer, deseé en ese momento que me tragase la tierra, salir corriendo a la calle, pero mis pies parecían estar pegados al suelo.
No podría precisar el tiempo que transcurrió, tan sólo recuerdo que  un nudo  oprimió mí estómago y que mil pensamientos invadieron  en mi cabeza.
Él estaba allí…con otra mujer. ¿Bailaría abrazado a ella como tantas veces lo hiciera conmigo, con la misma sensualidad acariciaría su pelo… susurraría en su oído?
Nuestro matrimonio no fue premeditado, por motivos de trabajo su familia se trasladaba a otra ciudad y nosotros jóvenes y enamorados nos lanzamos, ¡queremos casarnos!
No dimos ni tiempo ni opción de pensarlo. Afortunadamente todo salió bien, ya que nos queríamos con locura.
Los años fueron transcurriendo, al casarse los hijos y quedarnos más tiempo libre, decidimos aprender a bailar.
Fueron unos años de verdadera felicidad, salíamos con mucha frecuencia a bailar, incluso nos presentamos a concursos ganando algún pequeño premio lo que hacía el baile más atractivo.
Todo marchaba fenomenal hasta que empezó la mala racha: Falleció su madre, un tiempo después la mía, los problemas se acrecentaron con las ausencias del hogar para atender a los padres, casi sin darnos cuenta dejamos de ser,
“ La pareja feliz “ como solían llamarnos los amigos.
Aún resuenan en mis oídos sus palabras…necesito pasar un tiempo solo, aclarar mis ideas. ¿Y yo, que sería de mí si todo mi mundo había sido él?
Sin replicar, ocultando las lágrimas asentí con la cabeza y así nos separamos.
Y ahora me encontraba de nuevo frente a él, los amigos  decidieron que nos sentáramos todos juntos.
Todas las melodías que sonaban nos devolvían al pasado, nuestras miradas se cruzaban instintivamente, no bailamos ninguno de los dos en toda la noche hasta que sonó un tango.
Él se levantó, mi corazón latió apresuradamente al darme cuenta que se dirigía hacia mí incitándome a bailar. Sin darme apenas cuenta me encontré entre sus brazos, a partir de ese instante el tiempo dejó de correr, solo existíamos él y yo, sus manos acariciaban mi pelo como tantas otras veces lo había hecho y sus labios rozaron mi cuello, una lágrima resbaló por mis mejillas y él la secó con un beso, nos miramos y al terminar el tango discretamente, sin despedirnos de nadie abandonamos la sala.
Era mío, seguía siendo mío y yo enteramente suya nuevamente
Quizás fue necesario que nos separáramos para comprender cuánto  nos necesitamos y nos queremos aún.


Un tango arrabalero
luces de neón
fuego en la mirada
recostada en su hombro
sus manos atrevidas
recorriendo mi espalda
Pegados uno al otro
apenas nos miramos
sobraban las palabras.